Corazones nuevos, una segunda oportunidad
La familia se considera como uno de los pilares
fundamentales de la sociedad, brinda a sus miembros la socialización
elemental y el soporte afectivo
necesario para desarrollar plenamente las capacidades de sus integrantes.
Dentro de este núcleo nos desenvolvemos como personas, aprendemos los valores, las conductas, los
roles sociales y se nos ofrece la protección y la compañía, elementos que repercuten
en la autoestima de la persona. Es decir, el primer referente de todo ser
humano que llega al mundo es el seno del hogar que lo recibe; el anclaje
determinante para iniciar el camino de la vida lo otorga la familia.
Pero, ¿qué sucede cuando la familia es la que quebranta
los derechos intrínsecos de uno de sus miembros y más aún, cuando ese ser es
vulnerable y sin capacidad de defensa, como un niño? Existe hoy una lamentable
realidad patente que es la violencia intrafamiliar; la posición de
dependencia de los niños y la concepción tradicional de la autoridad de los
padres y los demás adultos significativos sobre ellos, les coloca en una
posición susceptible a convertirse víctimas de agresión, lo que afecta su desarrollo físico, emocional, mental y
espiritual.
Especialistas en este
complejo tema han
demostrado que el maltrato y el abandono en niños y adolescentes puede derivar
en varios tipos de conducta, dependiendo de cómo asuman lo vivido: asustados y
ansiosos, porque creen que el mundo es un lugar peligroso; agresivos, atacando
e intimidando a los demás, pasivos y retraídos, porque piensan que no pueden
cambiar nada en su vida y con dificultades de aprendizaje y comunicación, pues
su capacidad mental se lesiona al enfrentar el estrés de vivir en un ambiente
de maltrato. Por tanto, estos seres humanos en pleno desarrollo corren más
riesgo de convertirse en adultos
maltratadores y con tendencia hacia comportamientos violentos, por ende a
rechazar la socialización armónica.
Desde la enorme responsabilidad que hemos
asumido, como promotores del bienestar ciudadano para la edificación permanente
de una sociedad de paz y conscientes de que la infancia maltratada es un
problema de graves consecuencias para el presente y el futuro de un país;
ejecutamos acciones determinantes en defensa de los más vulnerables. Nuestro programa
Casa Abrigo “Corazones Nuevos”, lugar en donde amparamos a niñas y adolescentes
que gozan de una medida de protección impuesta por un tribunal de menores, es
una respuesta para asumir la responsabilidad que tenemos con la sociedad.
El solo hecho de detener la agresión es un gran
paso en el resguardo de la integridad y el respeto a los derechos humanos de
nuestras protegidas; pero la filosofía
humanista que antecede nuestro proceder va más allá, logrando que este hogar
temporal de acogida represente una segunda oportunidad llena de amor para
quienes la propia familia les arrebató la esperanza. Se les garantiza
alimentación, salud integral, recreación y educación de forma permanente las 24
horas, los 7 días de la semana; a través
de un calificado grupo de profesionales: docentes, maestras, psicólogos,
psiquiatras, médicos y orientadores familiares, con estrategias dirigidas a
restablecer su equilibrio biopsicosocial y brindándoles la posibilidad de
construir un nuevo proyecto de vida, sobre la base de los valores y en entorno
donde prevalece la paz.
Su Santidad Juan Pablo II expresó: “La gran causa
de la paz (…) tiene necesidad de todas las energías de paz latentes en el
corazón (…)” Entonces, todos los esfuerzos son válidos cuando la meta es que
los corazones de nuestras niñas latan al ritmo armónico de la paz hoy y como
promotoras de la sociedad del futuro.
pazcomopropuesta@gmail.com
Genny Morales de Pérez
Primera Dama del estado Táchira / Pdte. Fundación de la Familia Tachirense
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