miércoles, 9 de mayo de 2012


Corazones nuevos, una segunda oportunidad 


La familia se considera como uno de los pilares fundamentales de la sociedad, brinda a sus miembros la socialización elemental  y el soporte afectivo necesario para desarrollar plenamente las capacidades de sus integrantes. Dentro de este núcleo nos desenvolvemos como personas,  aprendemos los valores, las conductas, los roles sociales y se nos ofrece la protección y la compañía, elementos que repercuten en la autoestima de la persona. Es decir, el primer referente de todo ser humano que llega al mundo es el seno del hogar que lo recibe; el anclaje determinante para iniciar el camino de la vida lo otorga la familia.

Pero, ¿qué sucede cuando la familia es la que quebranta los derechos intrínsecos de uno de sus miembros y más aún, cuando ese ser es vulnerable y sin capacidad de defensa, como un niño? Existe hoy una lamentable realidad patente que es la violencia intrafamiliar; la posición de dependencia de los niños y la concepción tradicional de la autoridad de los padres y los demás adultos significativos sobre ellos, les coloca en una posición susceptible a convertirse víctimas de agresión, lo que afecta su desarrollo físico, emocional, mental y espiritual.

Especialistas en este complejo tema han demostrado que el maltrato y el abandono en niños y adolescentes puede derivar en varios tipos de conducta, dependiendo de cómo asuman lo vivido: asustados y ansiosos, porque creen que el mundo es un lugar peligroso; agresivos, atacando e intimidando a los demás, pasivos y retraídos, porque piensan que no pueden cambiar nada en su vida y con dificultades de aprendizaje y comunicación, pues su capacidad mental se lesiona al enfrentar el estrés de vivir en un ambiente de maltrato. Por tanto, estos seres humanos en pleno desarrollo corren más riesgo de convertirse  en adultos maltratadores y con tendencia hacia comportamientos violentos, por ende a rechazar la socialización armónica.


Desde la enorme responsabilidad que hemos asumido, como promotores del bienestar ciudadano para la edificación permanente de una sociedad de paz y conscientes de que la infancia maltratada es un problema de graves consecuencias para el presente y el futuro de un país; ejecutamos acciones determinantes en defensa de los más vulnerables. Nuestro programa Casa Abrigo “Corazones Nuevos”, lugar en donde amparamos a niñas y adolescentes que gozan de una medida de protección impuesta por un tribunal de menores, es una respuesta para asumir la responsabilidad que tenemos con la sociedad.



El solo hecho de detener la agresión es un gran paso en el resguardo de la integridad y el respeto a los derechos humanos de nuestras protegidas;  pero la filosofía humanista que antecede nuestro proceder va más allá, logrando que este hogar temporal de acogida represente una segunda oportunidad llena de amor para quienes la propia familia les arrebató la esperanza. Se les garantiza alimentación, salud integral, recreación y educación de forma permanente las 24 horas, los 7 días de la semana; a través  de un calificado grupo de profesionales: docentes, maestras, psicólogos, psiquiatras, médicos y orientadores familiares, con estrategias dirigidas a restablecer su equilibrio biopsicosocial y brindándoles la posibilidad de construir un nuevo proyecto de vida, sobre la base de los valores y en entorno donde prevalece la paz.


Su Santidad Juan Pablo II expresó: “La gran causa de la paz (…) tiene necesidad de todas las energías de paz latentes en el corazón (…)” Entonces, todos los esfuerzos son válidos cuando la meta es que los corazones de nuestras niñas latan al ritmo armónico de la paz hoy y como promotoras de la sociedad del futuro.
pazcomopropuesta@gmail.com



Genny Morales de Pérez
Primera Dama del estado Táchira / Pdte. Fundación de la Familia Tachirense

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